viernes, 22 de diciembre de 2023

 Nacida en Inglaterra, pero criada en Australia, Sara Ahmed es una escritora feminista y una
académica independiente. Sus áreas de estudio se centran en la intersección de las teorías
feministas, las políticas queer, el postcolonialismo y las luchas antirracistas, y sus aportes
teóricos son fundamentales para entender los regímenes globales de producción de lo
sensible. Hasta 2016 fue profesora de Estudios Culturales y Raza y directora del Centro de
Investigaciones Feministas en Goldsmiths, Universidad de Londres, y trabajó también sobre
estudios de género en la Universidad de Lancaster.
En la introducción a su texto “la promesa de la felicidad: una crítica cultural al imperativo de la
alegría” la autora expone que:
En los más diversos contextos, se caracteriza a la felicidad como el objeto del deseo humano,
la meta de nuestros empeños y aquello que da propósito, sentido y orden a la vida humana.
Según Bruno S. Frey y Alois Stutzer, “todos queremos ser felices. No debe haber ningún otro
propósito de vida que goce de tan alto consenso”. Con ello, acaso no hacen más que describir
un consenso en torno a la idea de que la felicidad es el consenso. ¿Participamos de este
consenso? Y en tal caso, ¿qué estamos consintiendo con ello?
Aporta también que Inclusive un filósofo como Immanuel Kant, que sitúa a la felicidad
individual fuera del dominio de la ética, sostiene que “ser feliz es necesariamente el anhelo
de todo ser racional pero finito, y por ello es un fundamento determinante inevitable de su
facultad de desear”. Sin embargo, también lamenta “que el concepto de la felicidad sea un
concepto tan indeterminado que, aunque todo hombre desea llegar a ella, sin embargo,
nunca puede decir de modo determinado y acorde consigo mismo qué quiere y desea
propiamente”. Es decir que, si bien anhelamos la felicidad, no necesariamente sabemos qué
queremos cuando anhelamos la felicidad. La felicidad podría incluso conjurar su propio
anhelo, o preservarse en cuanto anhelo siendo aquello que nunca se da.
Felicidad: un anhelo, un propósito, un deseo. A lo largo de este libro, me preguntaré qué
significa el hecho de que pensemos la felicidad en estos términos. La pregunta guía, por
ende, no habrá de ser “¿qué es la felicidad?”, sino antes bien “¿qué hace la felicidad?”
Lo que me interesa es cómo la felicidad aparece asociada a determinadas elecciones de vida
y no a otras, cómo se la concibe como algo que se desprende de ser determinado tipo de ser.
Simone de Beauvoir señala con acierto que el deseo de felicidad se traduce en una forma
política concreta, una política de la ilusión, una política que exige a los demás vivir conforme
a ese deseo. En sus propias palabras, “no sabemos demasiado lo que significa la palabra
felicidad, y mucho menos cuáles son los valores auténticos que encubre; no hay ninguna
posibilidad de medir la felicidad ajena y siempre es fácil declarar feliz una situación que se
quiere imponer”
Sara Ahmed expresa que existe una especie de giro hacia la felicidad y lo aclara de la siguiente
manera ¿Qué quiero decir con “giro hacia la felicidad”? Es innegable que en los últimos años
se han publicado numerosos libros sobre la ciencia y la economía de la felicidad. El éxito de las
culturas terapéuticas y de los discursos de autoayuda también ha hecho lo suyo: existen hoy
incontables volúmenes y cursos que nos enseñan a ser felices echando mano a una gran
variedad de saberes, entre los que se cuentan la psicología positiva y diversas lecturas (a
menudo orientalistas) de determinadas tradiciones orientales, sobre todo el budismo. Incluso
se ha vuelto común hablar de la “industria de la felicidad”; la felicidad es algo que se produce
y consume a través de estos libros, y que acumula valor como una forma de capital
específica.
Será Émile Durkheim, recién, quien ofrezca una contundente crítica de este principio: "Mas,
realmente, ¿es verdad que la felicidad del individuo aumenta a medida que el hombre
progresa? Nada tan dudoso"
En contraposición, según aporta la autora, Layard sostiene que la felicidad es el único modo de
medir el desarrollo y el progreso: "la mejor sociedad es la sociedad más feliz". Uno de los
supuestos fundamentales de esta ciencia es que la felicidad es buena, y por ende nada podría
ser mejor que maximizar la felicidad. La ciencia de la felicidad supone que la felicidad está "ahí
afuera", que es posible medirla y que tales mediciones son objetivas. Incluso se ha arriesgado
un nombre para el instrumento que lo permitiría, el "hedonímetro"1.
¿en qué términos la define? Una vez más, Richard Layard nos brinda un punto de referencia
útil. Sostiene que "la felicidad consiste en sentirse bien, y la miseria en sentirse mal". La
felicidad es "sentirse bien", lo que implica que podemos medir la felicidad porque podemos
medir cuán bien se siente la gente.
La investigación de la felicidad se basa ante todo en el autoinforme: los estudios miden cuán
feliz dice que se siente una persona, y asume que quien dice ser feliz, es feliz.
1 Término empleado por la autora para llamar a una especie de aparato que mida la carencia de dolor, o
en este caso la felicidad, de ahí deriva el nombre hedonímetro.
Ahora bien, es posible que estas mediciones no midan en realidad cómo se sienten las
personas, sino su deseo relativo de estar cerca de la felicidad, o incluso su deseo relativo de
dar (a los demás y a sí mismas) un buen informe de su propia vida.
Después de esta síntesis les propongo algunas preguntas para seguir pensando en la
promesa de la felicidad:
¿Qué condiciones sociales, políticas históricas y culturales les parece que han llevado hasta
este “giro a la felicidad”?
¿Es posible hablar de una ciencia de la felicidad?
¿podremos visibilizar reflejado este giro en alguna de las publicidades analizadas la clase
anterior?
¿Encuentran un vínculo entre la obsolescencia programada y la oferta de felicidad?
Busquen publicidades actuales, gráficas o audiovisuales en las que pueda observarse la oferta
de Felicidad.
https://www.pagina12.com.ar/585569-la-tristeza-tiene-mala-prensa
Les dejo también esta nota realizada a Gabriela Insúa, quién trata la temática de la imposición
del mandato de la felicidad a los jóvenes.